INAUGURACIÓN: sábado 6 de mayo, a las 19.30h
Ignacio Evangelista es un fotógrafo español nacido en Valencia.
Tiene una licenciatura en Psicología. En sus series fotográficas se muestra la relación, a veces contradictoria, entre la naturaleza y lo artificial, entre lo animado y lo inanimado.
Aunque las series pueden ser formalmente muy diferentes entre sí, siempre hay un tema común subyacente en todas ellas, relacionado con la huella de lo humano.
Sus temas también se centran en lugares o situaciones donde algo parece no estar en el lugar correcto (lugar físico o temporal). Sus obras se han expuesto en Estados Unidos, Alemania, Francia, Holanda, Suiza, Canadá, Reino Unido, Hungría y España, y se han publicado en medios tales como CNN International TV Channel, ARTE TV Channel, The Independent on Sunday, POLKA Magazine, L ‘Oeil de la Photographie, Citylab – The Atlantic, Der Spiegel, VICE, The European, Haaretz, ArchDaily, Domus Magazine, La
Repubblica, El País Semanal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña, entre otros.
En 2017 obtuvo una de las ayudas a la creación de Artes Visuales de la Comunidad de Madrid, por su serie en proceso “VOR: antes del satélite”.
En 2015 disfrutó de una residencia en Hermosillo (Sonora, México) dentro del programa de residencias artísticas “Transvisiones” del Centro de Arte de Alcobendas (Madrid, España) donde desarrolló su serie “La línea del mapa”.
En 2013 ganó el premio “Project Development Grant” para trabajos en proceso, de CENTER Santa Fe (New Mexico, EE.UU) por su serie “After Schengen” Jurado: Denise Wolff (Aperture Foundation).
El Hotel Claridge, edificio brutalista diseñado por Roberto Puig Álvarez fue inaugurado en 1969. El brutalismo es un estilo arquitectónico que surgió durante la década de los años cincuenta en el Reino Unido, entre los proyectos de reconstrucción de la era de la posguerra.
A medio camino entre Madrid y Valencia, situado junto al embalse de Alarcón (Cuenca), en el km 184,6 de la antigua carretera N-III que unía ambas capitales, de la noche a la mañana se vació de visitantes, como consecuencia de la puesta en servicio de la autovía entre las dos ciudades, a finales de 1998.
El edificio, orgánico, de módulos repetidos, está considerado como uno de los 50 más importantes de Castilla- La Mancha.
La simplicidad máxima del hormigón armado, sus amplias terrazas, las líneas curvas casi en bruto… evocan nítidamente la influencia de Le Corbusier.
Mientras “el Claridge” estuvo en funcionamiento, los autobuses de líneas regulares que transitaban por la N-III tenían estipulada una parada en el establecimiento, que permanecía abierto 24 horas, 365 días del año, ya que el hotel pertenecía a la empresa Auto-Res que poseía el monopolio de esa ruta. Miles de personas transitaban diariamente por sus instalaciones.
El hotel cerró el mismo día en que se inauguró el tramo de la A-3 que discurría por esta zona.