Por: Vicent Vila, autor y director teatral
Fotos son de MARÍA CORTÉS RICO
HONESTIDAD LORQUIANA
Tras media hora de panfleto innecesario publicitando Dansa Valencia, por fin llegó la esperada versión del último texto de García Lorca, ese manuscrito inconcluso que suele causar revuelo siempre que se pone en escena.
Gustavo Ramírez, director y coreógrafo de la pieza plasma con firmeza las claves del mundo Lorquiano en una serie de escenas inconexas en su origen pero hábilmente enlazadas por la maravillosa escenografía de Luis Crespo que una vez más acierta y enmarca un trabajo de difícil resolución que resuelve con una aparente sencillez pero estudiado trasfondo.
La música de Luís Miguel Cobo, ayuda potenciando los momentos más liricos frente a los más duros y agresivos, creciendo en dureza hacia el final del espectáculo con un ensordecedor efecto que subraya con angustia las peripecias de García Lorca intentando apuntar la lucha homosexual que empuja desde su interior por salir y hacerse pública.
Para redondear el espectáculo, Bregje van Balen ahonda en un vestuario con pinceladas oníricas y referencias a la quema de brujas y todo ello bordado y sutilmente remarcado por Emilio Lavarías que sorprende con una iluminación que, esta vez sí, se nota con fuerza y amargura sobre todo en las escenas finales.
Los intérpretes, con fuerza y seguridad asumen su papel al servicio del montaje dejándonos con más ganas de su magia y sutileza. Un poco más de danza hubiese sido de agradecer.
El bromeante cartel de Antonio Asensi avanza con ironía y humor la clave de lo que se va a ver contrastando la belleza de las dos figuras que bailotean irónicamente en un dúo que lleva de lo irónico a lo dramático, reflejo del trasfondo del texto original.
Una interesante y necesaria propuesta del IVC dando soporte también a los potenciales creativos del sur de la Comunidad en donde nació y se gestó, que se hizo larga debido a la presentación del ciclo, lo que se hubiese podido evitar haciéndolo en cualquier otro acto del mismo.
¡Bravo!