Teatro Talía – València
Fotos de JORDI PLA – GIUSEPPE FALLA
¡TEATRO EN MAYÚSCULAS!
Santiago Sánchez, experto y hábil zorro teatral, creador y director de la compañía L’om-Imprebís desde hace casi cuatro décadas, con su exquisita habilidad escénica ha acertado una vez más eligiendo esta pieza y apostando, puliendo y dando brillo a este puzzle que partiendo de las más de 400 cartas que se cruzaron entre sí el dramaturgo Anton Chéjov y la actriz Olga Knipper surge de un hermoso texto de Carol Rocamora, una de las mayores autoridades mundiales en el teatro de Chéjov, que se estrenó en septiembre de 2001 en el Teatro Almeida de Londres y se presentó en París y posteriormente en Lima y Bogotá.
No hacía falta que Los Premios de las Artes Escénicas de la Generalitat reconocieran a José Manuel Casany y Rebeca Valls como Mejores Intérpretes sumando el galardón a diversos reconocimientos acumulados por ambos, ya lo veíamos venir desde hace años… Mucho tiempo y trabajo constante en el que han demostrado su valía y carisma, personalidad y camaleonismo interpretativo.
Con su complicidad y ternura, ambos dominan el texto, los susurros y silencios y el espacio y captan e hipnotizan al público que no tiene más remedio que ponerse en pie al final de este sueño onírico y sugerente, atrapado por la magia de ambos intérpretes, que no interpretan si no que viven, hasta la lágrima, los personajes en su propia carne. Es fabuloso verlos envejecer en escena con tan pocos recursos más allá que su gestualidad, corporalidad y ritmo: un placer suficiente para disfrutar de este bello drama. ¿Chéjov diría comedia?
La música, bella, para nada incidental, y original de Víctor Lucas, que toca en directo al piano durante la representación, no solo acompaña los diferentes momentos que viven los personajes si no que tiene una personalidad, fuerza y atractivo que nos lleva a amar aún más a los protagonistas. ¡Todo un lujo de partitura e interpretación!
La escenografía como siempre muy adecuada de Dino Ibañez, en su línea escueta, funcional, justa y sin concesiones, enmarca solemnemente con apenas unos pocos muebles dos espacios tan distintos como el estudio de Chéjov y el mundo de Olga Knipper.
El resto del equipo artístico apoya toda la obra con delicadeza y sin pretensiones destacando la sutil y sugerente iluminación de Rafael Mojas y el efectivo y conciso vestuario de Elena S. Canales.
¡Tiempo hacía que no vivíamos la fuerza del TEATRO en mayúsculas y falta nos iba haciendo!