La actriz Omaya Malaeb presentó la película en lugar del director Bassem Breche, que no pudo viajar por el conflicto de Oriente Medio

La actriz Omaya Malaeb presentó la película en lugar del director Bassem Breche, que no pudo viajar por el conflicto de Oriente Medio

«La mujer libanesa tradicional debe mostrarse satisfecha. Los silencios de ‘Riverbed’ representan lo que hay detrás»

El director libanés Bassem Breche tenía previsto presentar en la Mostra de València-Cinema del Mediterrani su película ‘Riverbed’, que compite por la Palmera de Oro junto con otros once films, pero la situación de conflicto en Gaza, que afecta también a su país, Líbano, lo ha impedido. En su lugar, compareció Omaya Malaeb, la protagonista del film.  

El realizador explora la universalidad del proceso de reconstrucción de las relaciones familiares a través de la narración del encuentro inesperado entre una madre y su hija, quienes, después de años de separación, se esfuerzan por restablecer su vínculo en medio de un contexto marcado por el divorcio y el embarazo de la hija. La actriz manifestó en la rueda de prensa que el hecho de que en el rodaje hubiera un equipo fundamentalmente femenino «facilitó la atmósfera adecuada e íntima para interpretar sin hablar». La ausencia de palabras, ha señalado, actúa como un elemento fundamental en esta cinta: «La mujer libanesa en la familia tradicional siempre debe mostrarse satisfecha ante los demás. Los silencios de la película representan todo lo que no pueden decir en público». Madre e hijas son dos protagonistas atípicas, muy valientes que se lanzan a un «duelo de silencios».Un drama de reconciliación alentado por la experiencia del propio director: ‘Crecí en los años 80 en un pueblo montañoso ensombrecido por una devastadora guerra civil, época en la que muchos hombres fueron al frente o escaparon de sus garras dejando atrás a mujeres y niños. Quería revisitar este período destacando el profundo impacto que dejaron los hombres ausentes en las familias, particularmente en las mujeres”, asegura el director desde Beirut. Aunque las dos protagonistas de la película nunca hablan de estas dificultades padecen sin embargo ese sufrimiento: “En ‘Riverbed’ intento reconstruir una relación fracturada entre madre e hija e infundirle un rayo de esperanza en medio de las cargas de dolor que llevan ambas».

La película plantea preguntas sobre la importancia de las relaciones familiares, pero no gira en torno a una historia única, personal y específica, sino que se inspira en la gran suma de historias que surgieron durante la niñez de su director: “Recoge relatos de mujeres que se encontraron criando solas a sus hijos durante la guerra y asumieron las responsabilidades del hogar en ausencia de los hombres. Sus luchas eran palpables, y a menudo se sentían abandonadas, lamentando sus matrimonios y añorando el encanto nostálgico de sus historias de amor adolescente”. Experiencias colectivas que forjaron esta película, “pintando un cuadro conmovedor de los retos y emociones a los que se enfrentaron estas mujeres”.

La traducción directa del título original en árabe de ‘Riverbed’, ha explicado  Bassem Breche, significa ‘el estanque de la doncella’, una referencia literal a un lugar importante de la película que visitan madre e hija: “Este lugar alberga un mito en el que una novia, montando a caballo, cayó trágicamente al estanque y perdió la vida. Mito que sirve como elemento central del drama de la película y que dio título al film”.

El largometraje explora temas como el divorcio, la soledad o la maternidad y profundiza en la complejidad de las dinámicas familiares y en cómo los vínculos pueden convertirse en “fuentes de destrucción”. «Cuando uno imagina Líbano, piensa en irse de fiesta, en problemas políticos, en la crisis, en la guerra civil que duró 15 años, pero esta película no trata ninguno de estos temas, sino de la relación no convencional entre una madre y una hija que se reencuentran», asegura la actriz. De ahí la dificultad para conseguir financiación: «Costó mucho porque los productores querían desviarlo hacia otros temas, como de concienciar sobre papel de la mujer, los refugiados. Es muy difícil ver este tipo de cintas llegando del Líbano». Para transmitir la autenticidad de los vínculos familiares, el realizador libanés se apartó del método tradicional de audición y casting de actores: “Carole, que interpreta a la madre, tenía una amplia experiencia interpretativa, mientras que Omaya, la hija, tenía una experiencia relativamente limitada. No hubo ensayos, sino que se hizo hincapié en profundizar en la mente y la psique de los personajes. Mi objetivo era captar sus interpretaciones como si vivieran las situaciones y emociones por primera vez”.

El guionista Rami Alayan presenta a concurso ‘A house in Jerusalem’, un film sobre los fantasmas de la guerra árabe-israelí de 1948.
«Hay un intento deliberado de callar la verdad del pueblo palestino»
El palestino Rami Alayan, coguionista de ‘A House in Jerusalem’ junto a su hermano Muayad, ha presentado hoy en la Sección Oficial de Mostra de València-Cinema del Mediterrani su película. Antes de hablar del film ha querido referirse a los acontecimientos que se viven en Gaza: «Es un momento para la acción, todos debemos contribuir a cambiar lo que está pasando. Hay un intento deliberado de silenciar la verdad del pueblo palestino. Todo esto hace que nuestra presencia aquí sea significativa, por eso agradezco al festival que nos haya seleccionado», aseguró. El largometraje aborda el duelo y el crecimiento personal de una niña judía-británica, Rebecca, que viaja con su padre desde Inglaterra a Jerusalén para iniciar una nueva vida que le ayude a superar la muerte de su madre. En su nuevo hogar, una casa antigua, habita el fantasma de una misteriosa niña palestina de su edad. Como explica el cineasta palestino Muayad Alayan, cuya familia nació en Jerusalén pero fue expulsada por la ocupación israelí, la película nace de sus recuerdos de la infancia: «De pequeños, a mi hermano Rami y a mí nos conmovían las historias de nuestros padres y abuelos sobre sus vidas antes de la guerra. Hablaban sobre sus campos, casas y tiendas, como la carnicería que tenía mi abuelo en Jerusalén Oeste donde mi padre trabajaba repartiendo mercancías en bicicleta». Vivencias impregnadas «del dolor de una familia rota cuyas almas todavía permanecían en los lugares que se vieron obligados a abandonar y con las personas que amaron y que perdieron trágicamente» y que sirvieron de inspiración para crear «los fantasmas de los vivos en lugar de los fantasmas de los muertos».El título de la película, ‘A House in Jerusalem’ tiene por ello una importancia simbólica y un doble significado: «Se trata de la casa específica de una familia concreta y de lo que les ocurrió en 1948 y de la familia que se mudó para sustituirla. Pero también trata de la ciudad y de todo el país como hogar de numerosas historias familiares similares y de traumas parecidos. Por desgracia, hoy seguimos sufriendo la misma injusticia, las disposiciones y expulsiones forzosas de los hogares, lo que sigue creando fantasmas«. Un conflicto que está más vivo que nunca, y que la película muestra a través de los ojos de dos niñas cuyas miradas «no están corrompidas» por la política ni los prejuicios de los adultos: «Seguimos el viaje personal de estas niñas mientras experimentan el dolor y afrontan su propia pérdida personal, pero también reflexionamos sobre la pérdida y el dolor colectivos de los refugiados en general y de los palestinos en particular».Como guionista y director, para Muayad Alayan fue todo un reto encontrar el equilibrio entre contar una historia emocionalmente poderosa y mantener la atención del espectador con elementos de misterio y sorpresa: «La película comienza como una historia de una chica afligida en una nueva ciudad, luego incorpora elementos de terror y misterio, y el principio de una amistad entre las dos chicas. Después regresa otro tipo de terror, el ‘horror de Estado’, que lleva a Rebecca a emprender un viaje a un territorio desconocido a través del muro de separación israelí hasta Belén».La trama de ‘A House in Jerusalem’, ha explicado hoy en rueda de prensa el hermano del director y coguionista Rami Alayan, empieza y termina como una historia de terror: «Al principio tiene elementos de un terror sobrenatural clásico y al final es un terror psicológico más cercano a la realidad». Se trata de la primera película palestina «que recurre al género de terror para expresar la experiencia de la guerra, la ocupación, la limpieza étnica y el apartheid». No es una cinta de fantasmas al uso sino que «habla de fantasmas que surgen orgánicamente de la realidad de nuestra tierra natal. Es el concepto del fantasma de los vivos. Con millones de refugiados palestinos, sus descendientes que siguen en el exilio y otros que siguen desplazados de sus hogares hasta la fecha, así como lo que está ocurriendo ahora en Gaza. El concepto de los fantasmas traumatizados de los vivos es pertinente y habla de nuestra triste realidad».No es la primera vez que los hermanos Muayad participan en Mostra de València: «Nos sentimos afortunados de repetir esta experiencia y esperamos con impaciencia las reacciones del público y que salga de las proyecciones contemplando sus propios traumas y fantasmas personales con un sentido positivo del proceso de curación y superación».

Paolo Sorrentino: “El cine, el fútbol y la religión son tres formas de espectáculo, por eso aparecen en mis películas” 


El director, galardonado con la Palmera de Honor de Mostra de València, ofrecerá esta tarde una clase magistral abierta al público en la Filmoteca
Tras recoger la Palmera de Honor de la 38ª Mostra de València-Cinema del Mediterrani, el cineasta italiano ofreció una rueda de prensa en La Filmoteca, en la que también intervino  Francesc Felipe, director adjunto de Audiovisuales del Institut Valencià de Cultura y el director artístico del festival, Eduardo Guillot. El cineasta italiano, ha expuesto de forma precisa y certera los principios fundacionales de su filmografía. Algo que seguro se repetirá en la clase magistral abierta al público que se celebrará esta tarde en el mismo lugar. 

“El cine, el fútbol y la religión son tres formas de espectáculo y por eso aparecen en mis películas”, ha asegurado respecto a su pasión por retratar a líderes como Giulio Andreotti -’Il divo’- y Silvio Berlusconi -’Silvio (y los otros)’- , la iconografía vaticana -’The Young Pope’ y ‘The New Pope’- y el efecto  Maradona en Nápoles -’Fue la mano de Dios’. “La política, sin embargo, no es un espectáculo, es la construcción de las relaciones de fuerza entre las personas. Supone una amplificación de estas relaciones tanto entre poderosos y débiles, entre mujeres y hombres, o entre hombre y hombres…”. Aun así, no está nada interesado en el análisis de la actualidad: “No me ocupo de la crónica, que me parece vulgar, sino de la Historia”, aseguró al negarse a comentar la acción política de Giorgia Meloni o la guerra en Gaza. 

En las preguntas estuvo presente su vinculación con los grandes maestros del cine italiano, pero especialmente con Fellini, por la vinculación que la crítica y el público encontraron entre ‘La grande bellezza’ y ‘La dolce vita’ por el retrato que ambos hacen de Roma: “Trato de no inspirarme en él, porque si no haría una mala copia; pero admiro mucho a Fellini, sobre todo, porque tenía la capacidad de mostrar cómo los seres humanos no están adaptados al mundo, aunque sean ricos y guapos”. 

Todavía no ha tenido tiempo de comprobar las similitudes entre València y su Nápoles natal, pero asegura no sentirse especialmente un cineasta mediterráneo, aunque admite que hay elementos que le vienen de cuna: “La ironía es lo más napolitano de mis películas”. Y también el fútbol: “Me emocioné más viendo a Maradona que en cualquier cine, porque a él lo vi jugar cuando era un adolescente, y entonces las emociones eran más potentes”. 

Precisamente, ha vuelto a Nápoles para rodar su siguiente película ‘Parténope’, en la que indaga en la mitología, pero no quiso comentar nada al respecto. En ella volverá a explorar una de sus obsesiones: “La belleza, según creo, reside en la complejidad del ser humano y en nuestros esfuerzos cotidianos por descifrarla. La mujer tiene una complejidad superior al hombre, por eso me gusta que protagonicen mis películas”. Espera que con estas cintas y las siguientes pueda merecer la Palmera de Honor que le acaban de entregar y que considera “prematura”: “Mi vida ha ido más allá de las expectativas que tenía, albergaba tan pocas que las he alcanzado rápidamente; por eso tengo el estado de ánimo bajo, ya que ahora no sé cuáles son las siguientes”, concluyó. 

Durante las próximas semanas se podrá disfrutar en la Filmoteca de una retrospectiva integral de sus películas, que completarán el tributo que le rinde el festival. La 38ª edición de Mostra de València-Cinema del Mediterrani está organizada por el Ayuntamiento de València y cuenta con la colaboración del Institut Valencià de Cultura (IVC), el Palau de la Música, Barreira Arte + Diseño y À Punt Mèdia como medio oficial.
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