Este viernes, 26 de noviembre, de 17:00 a 22:00, Vangar inaugura Kokoro, una exposición de la artista Bea Aiguabella, comisariada por Javier Antón Sancho.
Los griegos tenían dos modos de medir el tiempo, el Kronos (kρόνος) y el Kayros (καιρός). El primero hacía referencia a lo cuantitativo, a la secuencia, y el segundo a lo cualitativo, al valor de cada instante. En esta exposición, Bea Aiguabella representa el valor de lo cotidiano elevado a la trascendencia, la kairización del Kronos. Podríamos decir, en palabras de Junichiro Tanizaki, que “eso que generalmente se llama bello no es más que una sublimación de las realidades de la vida”.
En Kokoro, la artista nos muestra su proceso creativo como si de un laboratorio se tratase, siguiendo los pasos de Hella Jongerius y sus moodboards para Vitra. Las variaciones cromáticas de figuras y fondo materializan las teorías de interacción del color de Joseph Albers y muestran lo distinto que se percibe un mismo color sobre fondos dispares. Este juego evidencia a su vez las diferentes sensaciones que se producen en el sentimiento y la razón, como explica Eva Heller en sus análisis psicológicos del color. El lenguaje visual de Bea Aiguabella, cercano al universo formal japonés, pretende resaltar y rescatar valores presentes en esa cultura como son la artesanía, la paciencia, el rito, la repetición, la secuencia, el ritmo reposado, la penumbra y el juego calmado de pequeñas variaciones.
Bea Aiguabella (Zaragoza, 1989) estudió el grado y máster en Arquitectura en la Universidad de Navarra, que finalizó en 2013. Se trasladó a Londres donde ejerció como arquitecto durante 5 años en el estudio Perkins+Will, para sucesivamente dedicarse en exclusiva a la práctica artística.
El trabajo de Bea Aiguabella se desarrolla a partir de la repetición de elementos sencillos y aparentemente iguales que le llevan a replantearse la relación del binomio individuo-colectivo. Un punto de partida que se vincula a la naturaleza, donde esta relación se manifiesta de manera constante: véanse las hojas de los árboles, todas ellas iguales si analizamos el bosque y diferentes si lo hacemos una a una. De ahí la artista salta al plano humano, reflexionando sobre la relación entre los individuos que viven en sociedad. Los elementos son representados por trazos sobre lino, tejidos y papeles de algodón. Todo ello envuelto en un sentido estético donde el color es coprotagonista.
Los vibrantes lienzos de la artista generan una llamada de atención a observar cada una de las piezas que aparecen en las obras y percatarse de su individualidad. El impacto del espacio entre ellas marcará su relación en el colectivo.
La muestra permanecerá en el espacio de la calle Císcar nº 57 de València hasta el 8 de enero de 2022.