El documental ‘Massimo Troisi: Somebody Down There Likes Me’ repasa la trayectoria del actor y director a través de otros cineastas como Sorrentino |
La Sección Oficial de Mostra de València ha estrenado hoy, fuera de competición, uno de los grandes documentales cinéfilos de la temporada: ‘Massimo Troisi: Somebody Down There Likes Me’, de Mario Martone. Si ha existido un artista italiano infravalorado como actor y, sobre todo, como director, es Massimo Troisi, fallecido en 1994, a los 41 años, después de protagonizar ‘El cartero y Pablo Neruda’. En esta película, Martone explora su personalidad escuchando los relatos de amigos y colegas como Paolo Sorrentino o Michael Radford. Cineastas que ponen en valor no solo su faceta de actor, que dio una nueva dimensión a la figura del protagonista masculino en el cine italiano, más inseguro, sino también la de director, que fue fundamental para apuntalar una nueva manera de entender la comedia en su país. En su búsqueda como actor y director, asegura Martone en la cinta, “Troisi se centró más en captar algún sentido a su trabajo que cosechar el éxito. Daría la bienvenida al éxito como una ventaja, pero no la perseguiría”. Martone, para quien existe un vínculo muy claro entre Troisi y la Nueva Ola “por la libertad estilística, sus digresiones, su lentitud combinada con repentinos momentos de aceleración y comentarios ingeniosos en su películas”, vuelca en su documental material inédito proporcionado por la persona que coescribió todas sus películas, Anna Pavignano: “Me interesaba saber quién era y descubrir que se trataba de una joven apasionada por la escritura, pero que no era una guionista profesional cuando en aquella época Troisi podía haber trabajado con cualquiera”. El material que tenía, notas, fotos, grabaciones privadas, “era inestimable” y se lo confió todo a Martone: “También era crucial que pudiéramos editar las películas de Massimo, lo que no es fácil desde el punto de vista de los derechos. Los productores hicieron un trabajo brillante”. Un homenaje, de un director a otro, en el que el propio Martone también aparece personalmente. “Al pensar cómo darle estructura a la película, ya que no podía entrevistar directamente a Massimo, me pareció que lo correcto sería darle forma de un diálogo entre él y yo, entre dos directores que comparten y ven juntos sus obras. Así que yo también tenía que aparecer en la película”. La 38ª edición de Mostra de València-Cinema del Mediterrani está organizada por el Ayuntamiento de València y cuenta con la colaboración del Institut Valencià de Cultura (IVC), el Palau de la Música, Barreira Arte + Diseño y À Punt Mèdia como medio oficial. |
“La crisi de Iugoslàvia va anticipar el que vivim després amb Le Pen, Trump i Bolsonaro” |
Vladimir Perišić competix en Mostra de València amb ‘Lost Country’, premiada en La Setmana de la Crítica de Cannes |
Amb la seguretat que «no percebem la Història com ens conten els thrillers de Hollywood», el director serbi Vladimir *Perišić ha arribat hui a la Secció Oficial de Mostra de València-Cinema del Mediterrani amb ‘Lost Country’, un film ambientat en les eleccions de Belgrad de 1996, en el que era llavors Iugoslàvia, que de manera inesperada va acabar perdent el partit de Milošević.La pel·lícula se centra en Stefan, un adolescent que es troba en un dilema moral quan s’enfronta a la seua mare, portaveu i còmplice del govern corrupte contra el què s’alcen i manifesten els seus amics. Encara que no coincideix amb la seua biografia al complet, el director compartix similituds amb el protagonista: «Jo tenia 14 anys quan va començar la guerra de Iugoslàvia, vaig créixer veient alguna cosa que no entenia; la meua mare també formava part del Partit Socialista, encara que no ocupava un rang tan alt», manifesta.A través d’esta relació matern-filial, Perišić volia també explorar el paper de la mentida en la política: “La mare és una experta en comunicació però és incapaç de comunicar-se amb el seu fill, no pot fer-li canviar d’opinió però sí que enganyar-li”. ‘Lost Country’ reflexa “com la política s’obri camí en les nostres relacions més íntimes i com la persuasió, la seducció, fins i tot la tendresa, malgrat la seua aparença no violenta, poden exercir un paper en les nostres lluites de poder”.La història de ‘Lost Country’ “té ressons del que està succeint ara, quan l’autoritarisme i el nacionalisme tornen a Sèrbia i mentre l’extrema dreta guanya terreny a tot el món amenaçant a la democràcia. Em sent molt vinculat a la història de la revolució iugoslava i estic convençut de Milošević va trair els valors de l’esquerra, perquè després de la caiguda del Muro de Berlín va mesclar idees de l’esquerra i la dreta, és a dir va practicar el feixisme, per a romandre en el poder», va assegurar en la roda de premsa. I conclou: «El que va ocórrer allí va anticipar el que després hem viscut amb Le Pen, Trump i Bolsonaro».Al costat de les qüestions polítiques, la pel·lícula aborda temes universals com la soledat o la desesperança. “Com més fort és l’amor, més difícil és adquirir la perspectiva necessària per a jutjar. Com si admetre els crims o la participació en ells d’un progenitor haguera de tacar irremeiablement l’amor filial. El camí que porta a eixa acceptació és dolorós i està ple d’obstacles i més quan es tracta d’una mare. Este és el camí que volia explorar i vaig intentar compartir esta experiència emocional amb l’espectador”, matisa.La 38a edició de Mostra de València-Cinema del Mediterrani està organitzada per l’Ajuntament de València i compta amb la col·laboració de l’Institut Valencià de Cultura (IVC), el Palau de la Música, Barreira Arte + Diseño i À Punt Mèdia com a mitjà oficial. |
Ashilan Ünaldi: «Necesitamos más sexo y menos violencia en el cine de Oriente Medio».
La directora turca, que rodó la cinta en un velero, ofrece una visión poco habitual de la mujer musulmana
La Sección Oficial del festival ha recibido hoy a la directora turca Aslihan Unaldi, que acaba de presentar en la Mostra de València-Cinema del Mediterrani su película ‘Afloat’, todo un ejercicio de cine verdaderamente independiente, junto al productor Kamen Velkovsky, y su padre y protagonista, Serhat Ünaldi.
Con el complejo telón de fondo de la Turquía actual, la película se desarrolla durante un viaje familiar en el que un periodista condenado por denunciar la corrupción del gobierno se embarca con sus seres queridos antes de entrar en prisión. Algo que cada vez es menos extraño en el país, pues, ahora mismo, al menos 40 trabajadores de los medios de comunicación están detenidos o condenados a prisión. Según confiesa Ünaldi, hay parte basada en experiencias personales: “Mi padre es marinero, ex oficial de la marina, y cuando yo era adolescente alquilábamos un pequeño barco durante una semana y salíamos a navegar en familia. Navegar puede darte la máxima sensación de libertad: el viento salado en el pelo, las aguas azules brillantes que se extienden en el horizonte. Sin embargo, también se está atrapado en un espacio minúsculo con la familia durante días y días. Nuestros recuerdos más maravillosos y nuestras confrontaciones más devastadoras ocurrieron en esos viajes».
Mientras el gobierno intenta imponer en Turquía una agenda islámica cada vez más conservadora, esta película es una sutil rebelión. “Quería retratar lo que ha sucedido en Turquía en los últimos 20 años: esa transformación hacia una sociedad más conservadora y un gobierno más autoritario -asegura la directora-. A través de estos personajes quería explorar la dinámica de la clase media alta intelectual y liberal, que se encuentra marginada en una sociedad cada vez más conservadora. Un personaje de la película dice: «¿No te das cuenta? Ya no pertenecemos aquí». Es este tema de la alienación el que quería abordar en la película.
A través de sus tres protagonistas femeninos centrales, la cinta traspasa los límites del cine de Oriente Próximo. Examina temas de clase, familia, sexualidad y política desde la perspectiva de mujeres musulmanas liberales, feministas y con un alto nivel educativo. A diferencia de muchos relatos sobre la región que presentan a las musulmanas como víctimas pasivas, las mujeres de esta película son complejas, fuertes y narradoras de su propia historia. La película también da a sus personajes femeninos la plena capacidad de ser seres sexuales que siguen sin reparos sus deseos. «Estaba muy interesada en incluir la sexualidad porque creo que se ve poco, necesitamos menos violencia y más sexo en el cine turco y de Oriente Medio. De ahí que plasmara tres maneras distintas de vivir la sexualidad a través de otras tantas mujeres de generaciones diferentes», aseguró la directora durante la rueda de prensa.
“Los dilemas a los que se enfrentan estos personajes, como el equilibrio entre la familia, las responsabilidades económicas y la carrera profesional, o sentir deseo por alguien que no deberías, son temas con los que muchas mujeres pueden identificarse, independientemente de su cultura -continúa la directora-. Son cosas de la vida cotidiana, por así decirlo, y siendo una cineasta de un país de Oriente Medio a veces sientes que no tienes permiso para explorar realidades tan relatables. Sin embargo, creo que es vital presentar este tipo de retratos al público, ya que tienen el poder de acabar con las ideas preconcebidas, permitir nuevas conexiones y erosionar los conflictos culturales percibidos”.
Debido a la temática, la cinta no obtuvo ninguna subvención estatal, lo que la convierte en una película verdaderamente independiente. “Aunque parezca una producción de gran formato, levantar la película fue muy difícil porque el elemento político que trata hizo que no tuviéramos respaldo institucional y tuvimos que hacerlo todo de manera familiar con un presupuesto de 200.000 dólares”, aclara el productor.
El padre de la directora y uno de los protagonistas del film, Serhat Ünaldi, asegura que «no soy actor, pero cuando uno tiene una hija como esta acaba por estar preparado para cualquier papel en la vida. Fue muy buena directora, ya que logró meter a 20 personas en un velero con capacidad para ocho y que no hubiera ningún accidente».
La 38ª edición de Mostra de València-Cinema del Mediterrani está organizada por el Ayuntamiento de València y cuenta con la colaboración del Institut Valencià de Cultura (IVC), el Palau de la Música, Barreira Arte + Diseño y À Punt Mèdia como medio oficial.